Rostro
Respiro
respiro
respiro
y va apareciendo un labio
y luego el otro, firme,
tieso, sólido, un horizonte
de amenazas, promesas, loas
o premoniciones de los que abundan
y caen entre las hiedras.
Otras dos líneas más: ceño
digno, severo, atento
o esfuerzo para verme
entre las briznas de la tarde
o en la noche en brasas
de esas que te habitaban
de luna a sol, de nada a más nada,
siempre bañado por sudores
y cenizas. No hay ojos debajo.
Respiro
Respiro
Respiro
Losa azul sobre ese ceño,
de esos lagos remisos
entre nubes y duelos,
granito de ganas, absoluto
en la pena
de no ser ya de nadie
y menos de mí, que te reclamo
sin saberlo, leso, átono, sin
querer lo que no veo,
solo desierto extendido, planchado,
doblado y sumergido
en el cajón de la memoria ajena,
que de tanto recordar
lo que alguna vez fue rostro completo
ahora es humo y espuma,
nuevo cielo bajo
cielo añejo,
solo ahogo, miedo
antiguo que ya no calma,
cura, promete.
Respiro
respiro
respiro
Solo respiro,
Simplemente.